Experimente desafiantes momentos lindos, inolvidables y también de pura adrenalina, como en las tardes taurinas que entre amigos retábamos torear a tal o cual toro bravo. Nosotros, los que hemos vivido por corto o largo tiempo en tu seno Mayas querido, reproducimos y abreviamos en el compendio de nuestra vida, el alma y la vida superior de los pueblos. Nosotros tenemos que convertir por fuerza la vista hacia las fiestas costumbristas y conmemorativas de nuestros pueblos, dilatándonos cada vez más en los recuerdos, a medida que menos podemos dilatarnos ya en las esperanzas y en los recuerdos.
!Felices mil veces los que al fin de tantos recuerdos todavía guardan vivas en su corazón aquellas emociones perfumadas por la inocencia!
¡Malvado el hombre a quien no le cautiva los hechos de nuestras costumbres, de nuestras culturas locales, las costumbres de su familias, el sepulcro de sus antepasados, el templo de sus primeras oraciones, el sitio bendecido por los primeros amores!
Recuerdo un cierto día mi gran amigo Goyasho, como lo llamaban los lugareños, él tenía un familiar en el pueblo acogedor de Mayas, y como nosotros jugábamos al fútbol, el familiar estimó conveniente invitarnos para jugar en el campeonato que se realizaría en este hermoso pueblo, nosotros, claro está accedimos.
¡Cómo guardo grabada en mi memoria el momento de llegar a Mayas y ver una dulce colegiala, como si nos hubiésemos conocido desde mucho y de volvernos a ver repentinamente, quedamos ambos perplejos mirándonos ella no sé porque en mí, pero yo, si sé que me paralizó su dulce mirada su carita melancólica ¡era tan hermosa y encantadora! y ambos con una sonrisa y nuestras miradas se habían estrechado fuertemente, ¡mis ojos con la mirada besaron aquel hermoso cuerpo!
En la tarde mi amigo, me presenta a otra colegiala, hermana del familiar, hermosa y amable también, nos invito hospedarnos en la casa de sus padres, nos hicimos muy buenos amigos nos invitó a cenar, conversamos un buen rato hasta altas horas de la noche, nos enseñó nuestra habitación donde íbamos a dormir, sin antes invitarnos para el día siguiente a jugar volei, después del almuerzo.
Así fue descansamos contentos por la amabilidad que los Mayasinos saben brindar a los visitantes. Efectivamente al día siguiente nos encontramos, nos saludamos alegremente despues de muchos queahceres, sacó un balón vamos a jugar nos dijo; pero antes me esperan voy a llamar a mi prima para que lo conozcan; caminamos con mi amigo hacia la canchita de verde natural, de pronto llegaron hacía nosotros las dos hermosas jovencitas, al verla frente a mí, a la que había cultivado mi corazón el día anterior, los pensamientos se me confundían, surgía en el fondo de mi imaginación, hacerme sentir las más puras emociones del amor.
Hola me dijo.
¡Paréeseme que oigo los truenos de las cordilleras de Guaja!, su voz cuyos acentos me daban el escalofrío de lo sublime, parecíame como si viera ha una virgen desnuda con el velo rasgado en el templo que cual creyente se le rinde veneraciones, mi alma estaba turbada por su belleza y dulzura inefable y tiernísima!!!!.
Me llamo DELY…, me dijo; con una voz angelical y temblorosa, y extendiendo el brazo como dejando la mano para poder acariciarla... Quede fascinado por el color verde claro de sus ojos y seducido por la dulzura de su voz.
Parecía un sueño esta escena ¿Cómo podía haber permanecido ignorante a su belleza y pureza espiritual de las Mayasinas? Esa tarde fue serena y transparente por buen rato no dejamos de dialogar, conversamos sobre las costumbres de nuestros pueblos y su idiosincracia, contábamos de nuestros estudios y planes para el futuro, pero yo ponía la mayor atención a sus comentarios en ese instante, soñaba con ser su inseparable compañero de su vida, el fiel que cambia las ropas a la virgen encantadora.
No quería que llegue la tarde, estaba encantado estar a su lado, bromeábamos y gustoso que me diga seremos buenos amigos, pero yo, en el fondo de mí ser, quería que sea mi amada por siempre y para siempre.
Penosamente llegó la tarde, tuvimos que separarnos, nos despedimos; por la noche ya en nuestra habitacion, no dejaba de pedir sus comentarios a mi compañero amigo sobre aquella muchacha, así fue que descansamos tranquilos, serenos, yo con la ilusión de volver a hablar y jugar con la virgen cautivadora.
Pues bien amaneció los rayos del sol llegaban lentamente bañando al pueblo de Mayas. Llego el familiar diciéndonos espero que hayan descansado bien porque más tarde jugaran para el colegio, y enfrentaremos al equipo de Mongón, mi amigo con su entusiasmo y siempre positivo, le dice, bien ¿cuantos goles quieres que le meta…?. No, no, solo quiero ganarlo, ¡ese lo vamos a ganar en dos por tres, “cho”! sí o no Mayasino, me dijo con ironía; claro que sí, conteste con gran confianza. Bueno a las 10 es la formación y tienen que estar ahí formando, para que no se deán cuenta las delegaciones, ahí esta sus chompas gris para los dos, en efecto a las 10 estábamos en el colegio formando, haciendo amigos, conocí a Jisho de San José, Paucar, mi amigo Rata blanca, Angélica, Rocío, Margarita, etc, etc.
Pasó la ceremonia y todo el mundo nos dirigimos hacía un cerro, que en sus faldas esta la cancha de fútbol, casi todo el pueblo sube con su almuerzo y comparten solidariamente. Jugamos los partidos, ganamos a todas las delegaciones, en el partido con Quilca, tuve una experiencia casi suicida, era un partido reñido tenían buenos jugadores, avía un joven de piel morena, decían que era ex militar pero era estudiante, un tipo recio, casi al final del partido mi amigo comete una falta y el árbitro cobra penal, era mi turno de lucirme en el arco, la multitud invade el campo hasta el área para ver el penal, suena el silbato, adivino la patada, me tiro, pero aquel balón iba a una potencia impresionante que paso de mis manos quemándolo y me cayó en la cabeza, dicen que me dio una vuelta en el aire y caí al gras desmayado, la gente se amontonaron, desperté en tal escena, la gente gritaba, hacían vivas, ¡no había entrado la pelota al arco!, la gente estaba extasiada haciendo barra, en la parte extrema, pude ver aplaudir a la virgen encantadora que casi sentía celos de los rayos del sol que acariciaban su esbelto cuerpo.
A si ganamos a todos los equipos, en el atardecer toda la gente bajaba en fila por los pedregosos caminos, hacia nuestro acogedor pueblito, por la noche, nos invitaron a una fiesta que se celebraría en el hogar de una chica que había llegado de la costa, nosotros muy prestos estábamos ahí bailando, mi amigo se le empezó a enamorar a la chica, que era de mediana estatura pero bien bonita, como toda mujer que va de la costa, se ve distinta a las que viven en el pueblo donde el frío y el sol maltrata su delicada piel, la fiesta estaba en su mejor momento, cerca de la media noche mi amigo ya había entrado en ambiente con la joven y ella no quería bailar con nadie más que con mi amigo, y claro la chica tenía un montón de pretendientes que querían bailar y tal vez enamorarla, fue así que un ex enamorado, no pudiendo soportar sus celos por la chica que coqueteaba con mi querido amigo. Enfureció, cegado por los celos, le dio un aventón a mi amigo y se armó la trifulca, entraron un grupo de jovenzuelos a masacrarnos, el jefe de familia de la casa los boto, nos retuvieron un instante.
Nosotros éramos cuatro personas que podíamos darnos apoyo, entre los cuatro; estaban dos jóvenes amigos que habían llegado desde la libertad, habían traído mercaderías y animales para vender en la fiesta patronal de Mayas, y estos amigos llegaron a la casa donde nosotros nos hospedábamos, hicimos muy buena amistad, dormíamos en la misma habitación; ellos eran del tal nombrado pueblo de “Pijobamba”, con ellos estábamos en la fiesta, la turba de muchachos se desaparecieron por un instante y entró un joven conocido nuestro nos digo ¡váyanse! ¡corran! se han ido a traer más gente y palos ¡les van a matar!, el señor de la casa nos dijo ¡corran!, estos son unas bestias les van hacer daño, los cuatro decidimos correr, pasamos un riachuelo oscuro de abundantes alisos que crece en la orilla, del otro lado pudimos ver que las luces venían tras nosotros, desesperados corrimos, por aquel camino resbaladizo, hasta que llegamos al cuarto, cerramos bien la puerta, pusimos unos costales de papas para que no pudieran abrir, estábamos aterrorizados por tal acontecimiento, escuchábamos los gritos, los silbidos de la turba que decían por acá, por allá, parece que no sabían exactamente donde era el cuarto que estábamos hospedados, el dueño de la casa, que era un profesor muy respetado en todas, escucho que tiraban piedras y gritaban, salió haciendo disparos con su revólver y los hizo correr a la multitud, de pronto la puerta comnso a estremecerse y a rechinar bajo una fuerte y lenta presion, pensamos que eran alguien de la turba, todos por un instante quedamos en un silencio cómplice, Cesar el pijubambino, sacó un arma debajo de su poncho de agua y apuntando a la puerta y alzando la voz ¿quién es? dijo, si bienes a buscar pleito ahora mismo te zarandeo el cuerpo ha plomazos... ¡abre soy el profesor!… en ese instante, nuestro cuerpo volvió a su estado normal, el profe estaba furioso, nos preguntó qué había pasado lo contamos los hechos cargando su revolver nos dijo, vamos a buscarlos estos cobardes, pero nosotros ya no queríamos hacer más problemas porque estábamos aun aterrorizados de miedo.
Al día siguiente el profesor, llamó la atención al tipo que empezó la gresca, y aconsejó no tocar a sus huéspedes y el muchacho, pidió disculpas y todo quedo en paz. Tranquilizados de la excitación que nos produjera el ataque anterior, comentábamos y analizábamos los hechos, desde entonces ya tuvimos un distanciamiento con la chica, justamente para evitar futuros pleitos.
Por la tarde hubo una ceremonia para entregar premios al campeón y subcampeón, lógicamente, premiar también al mejor jugador y goleador que fuimos premiados con nuestros respectivos diplomas, que yacen olvidadas en alguna parte entrapada en algún cajón del recuerdo con demás papeles viejos.
Estos días ya había comentarios y reclamos sobre nosotros dos, decían que no éramos del colegio de Mayas, nosotros justificamos que si éramos estudiantes claro con la complicidad de profesores y alumnos, en esta ceremonia, el profe nos dice, tienen que salir a participar con algún número, pues bien, mi amigo conocedor de mí talento para la poesía, sabía que yo recitaba poemas pero jamás en público, pues me comprometieron casi a la fuerza y obligado.
Pronunciaron mi nombre el alumno…, nos va deleitar con un lindo poema dijeron, y sin otra, tuve que salir al frente de la multitud, ya, estando en el estrado, pude ver la mirada fija de mi admirada colegiala, la que por el momento tenía cautivado todos mis pensamiento y mi ser a su hermosura; es un ángel bajado del cielo dije, sin poder evitar un suspiro romántico. “verdades amargas” era el poema que me gustaba más, pero con la mirada puesto en ella, decidí recitar “poema 20” de Neruda, como que con mi mirada diciéndolo este poema, te lo dedico a ti Delicia para mis ojos. Muy bien fui aplaudido por la multitud.
Era el turno para mi amigo, este era un tipo que se inventaba cualquier cosa y siempre tenía una solución, al no saber ningún poema, decide acompañar a una cantante tocando guitarra, pero no hacía más que rascar una lindísima guitarra sin poder entonar una melodía, una chica alta de grandes cabellos canto un hermoso huayno, al ver a mi amigo que rascaba aquella guitarra con ademán de gran guitarrista, yo sudaba de vergüenza ajena.
Así paso todos contentos, nuestras amigas se nos acercaron y fuimos conversando a las casas, y nos dicen que en la tarde o en la noche habrá baile con las bandas por la plaza, pues prestos nosotros quedamos salir a bailar, quedamos encontrarnos a las seis de la tarde, pero la mujer que yo ilusionaba, retraso un poco, ansioso de poder bailar con ella, exigíamos a Margarita traer a la ansiada pareja, y tocándome al hombro me dice, ella me ha dicho que lo esperes, que no te vayas ir, está esperando que sus hermanos puedan cenar y de paso se oscurece más. Sin poder evitarlo pensé ella está pensando igual que yo, como dos enamorados que buscan la oscuridad, lejos de las miradas de las gentes, ¡hoy aceptara mi amor! pensé; ella vendrá me dijo Margarita, pero quiere que lo emprestes tu gorra, que no lo reconozcan sus hermanos, ellos no quieren que baile porque son evangelistas, me alegre en un instante, ella quería tener algo de mí, yo quería que ella tengo algo de mí, gustoso lo prestare, lo regalare mi gorra, dije animoso y con un entusiasmo que solo se siente cundo te enamoras.
Lo que me enfureció fue de estos llamados pastores y pensé cual hipócritas son, su discurso se contradice con sus actitudes, vienen a engañar a estas humildes gentes con falsas esperanzas y que distorsionan su comportamiento natural, distorsionan su cultura de estos pueblos… pero seguía esperando ansioso de que esta noche declarare mi ferviente amor que sentía por ella, cerca de las siete de la noche llegan y mi amigo con su prosa de siempre dice: hoy nos quedaremos hasta la madrugada bailando, rieron nuestras parejas y penetramos dentro la multitud que bailaban, agarrados de las manos bailamos yo nervioso buscaba la ocasión para expresarle mi amor, terminó la música, pensé este es el momento, cogiéndolo el brazo, diciéndolo al calor del baile. Dely, eres la chica más encantadora de todas las chicas que he conocido, me gusta tu sonrisa y como quisiera vivir del néctar de tus rojos labios. La chica tenía una carita fresca y alegre como crepúsculo mañanero y se reía sin contestar y mirándome con disimulada malicia, yo también reía, palpando goloso las duras carnes de su brazo, me ataco un exceso de nervios.
De pronto se acercó un niño de unos diez años, parándose frente nosotros, dijo: “voy a decirlo a mi papá”, ¡era su hermano menor!, sentí la desesperación de ella en seguida conversó con su prima y decidimos sentarnos, mirar que la gente bailaba, pero quise retomar mi declaración de amor. Pero nuevamente el hermanito, ¡te llama papá! Le dijo, conteniendo en su ser la desesperación de un mal presentimiento, me voy me dijo mañana te mandare una nota con mi prima, eso me contento por ese instante, pero en el fondo de mi ser sentía frustración, conversamos un momento con su prima y decidí encerrarme en la habitación, mi amigo me exigía para seguir bailando, decidí descansar.
Al otro día a primera hora antes del desayuno pregunte a la prima si tenía alguna noticia de ella, con tristeza me dijo, lo han pegado sus hermanos, y no puede salir, ese día pasamos en Mayas, inquieto por verla, quizás se de una escapada de sus padres, para decirme algo pensaba yo, pero al siguiente día teníamos que partir, me parecía necesarios conversar, verla, escuchar su voz aunque sea por última vez, y que solo quería decirlo que lo amo. Esa tarde fue una tarde amarillenta y fría, como esas tardes de miedo, como esas tardes cuando escuchas llorar ha algunas mujeres desdichadas que lloran por su difunto.
Seguro ansiosa por despedirme también ella, salió a su balcón sacándose la chalina que tenía cubierto la cara, movió la mano, adiós me dijo, ¡casi me desmayo de tal impresión!, que me causo su rostro, ¡estaba desfigurada!, ¡estaba hinchado de moretones el rostro!, desconocida totalmente, ¡era desesperante!. hoy al evocar aquella escena con el espiritu sereno, no puedo distinguir ni ordenar la serie de ideas que en esa ocasion cruzaron por mi mente raudas y enmarañadas. Estos salvajes de sus familiares lo habían golpeado de tal manera de desfigurarla su bello rostro, derrame una lagrima de impotencia quería ir a darle su merecido a tan ignorantes, que movidos por la maldita religión, por su dios que prohibía bailar, prohibía enamorarse, embriagarse, hacer el amor, etc. Todas estas cosas es el camino al infierno dicen. Cuan más entupida superstición, como puede una ideología, distorsionar las mentes de esta gente que no logran entender y comprender la naturaleza humana. Me quede con tal remordimiento. ¿Cuánta fuerza tiene la religión? ¡Cómo avasalla las voluntades y los entendimientos!
Quise quedarme, me dio mucha pena, sabía que ella también sentía lo mismo que yo, a ella, ese amor sublime, que solo dos jóvenes que se enamoran a primera impresión lo saben sentir, pensé en luchar su amor, porque desde su balcón sentí su mirada clavarse en mi corazón como un rayo que abre las piedras de las montañas de Guaja, la vida me pesaba como un fardo enorme, que no podía resistir, tal vez me ilusionaba demasiado creer que iba ser su inseparable compañero de su vida, y que tú me seguirás por todas las rutas sin preguntarme adónde voy.
Hoy te visto en tu balcón comprendí tu tristeza que no encontraba consuelo. Yo buscaba sin duda la explicación de lo inexplicable. Adivinaba tu pensamiento abismado en las mismas profundidades en la que se perdía el mío. ¡Como hubiera podido saber si me amabas, si me alcanzaba tu comprensión en el abismo de mi suerte! Sentí ansias de volar a tu lado para mitigar tu dolor y tus tristezas con mis besos.
Teníamos que partir, ocultando el dolor que me desgarra el alma, espere despedirme, silencio profundo reinaba en el campo donde jugábamos, parecía que un espíritu rencoroso reprochaba nuestra ausencia. Mi amigo me convenció, “tienes que olvidarte de todo esto, si no te botaran para comida de los buitres estos Mayasinos” me dijo, con tal acento de exageración y como para persuadirme de mi decisión de quedarme. Fue esa despedida confusa que logre, de ella tengo su voz grabado en mi mente y esa despedida que desde su balcón movió la mano y sin escuchar su voz, solo tengo esos momentos lindos de conversaciones, de apuestas en el juego, solo tengo la dicha de haberla conocido y nunca saber más de ella, hasta estos días invernales.
Cómo guardo grabada en mi memoria cada una de aquellas escenas de violencia, y también de las festividades y de amores que constituían todo el esparcimiento y el recreo de una existencia compartida entre la religión la naturaleza y la juventud! Paréeseme que oigo los truenos de las punas de Mayas, cuyos acentos me daban el escalofrío de la desesperación, y que veo el santuario solitario, la virgen desnuda con el velo rasgado en el templo, las lámparas extintas en las templadas noches. Parece que asisto aún a la mañana al colegio, con el alegre bullicio de la niñez, parece como el encuentro de la Virgen con su Divino Hijo, así como devolvían la paz al corazón lacerado, anunciaban que la yema iba a dar el brote, la larva el insecto, la semilla el tallo, y el capullo la flor. Parece que los perfumes de las flores se esparcen aún por los aires en las mañanas de Mayo. Parece que oigo las marchas de nuestra música popular, que veo danzar a nuestros pueblos confundidos entre sus tradiciones y su religión.
¡Mayas querido, quedaste grabado en mi corazón!
Muchos te habrán visto, Mayas predilecta; muchos habrán recorrido tus campos muchos habrán gozado en tu fiesta patronal; muchos habrán llorado en tu regazo y habrán nacido o muerto en tu seno; pero nadie te habrá extrañado como yo en mi vida, ni te habrán recordado como te he recordado por los lindos recuerdos que me diste.
Desde aquel día en que te visite me acogiste con tu clima temperado con tus torrenciales lluvias con tus atardeceres amarillentas que quieres desesperar a cualquier enamorado de tus bellas mujeres. Mayas tú me has dado mayores alegrías para el corazón y con emociones tristes o alegres como el agudo sonido de la campana de tu iglesia. Y que en tu fiesta patronal congregabas a todo el pueblo y demás vecinos como lo fui yo. Tu Mayas querido acogías a todos, que sin otro consejo que el capricho de nuestra desenfrenada fantasía, ni más fin que divertirnos todos, viéndonos los unos a los otros por las calles enamorando a tus lindas mujeres de vestimentas coloridas y siempre las miradas de los visitantes a tus mujeres venidas de la costa confundiéndose con tus hombres celosos de no permitir que se les roben a las bellas mujeres.
No volveré a ver otro paisaje como aquel que vi aquella tarde que partí de este pueblo añorado, a través de mis ojos nublados por la pena pude ver un paisaje inolvidable que los eucaliptos inquietos por el aire se movían de un lado a otro como despidiéndose y tal vez diciéndonos vuelvan pronto.